viernes, junio 27

De la liviandad de la vida postmoderna

Una vez más me desnudo ante uds, anónimos contertulios.

Sucede que atravieso una Etapa Oscura.

No puedo evitar ofenderme con la maldita liviandad que mueve los hilos de la existencia de hoy día.Todo el tiempo me abstraigo y miro desde afuera, de una manera más global, lo que sucede a mi alrededor a distintos niveles.
Me aterra ver la calidad de televisión que mira la gente, las revistas que se leen, las ideas que se promueven, las anteojeras mentales que se reparten masivamente y la gente elige usar. Me noto sintiendo un cierto asco al ser parte de todo esto.

No puedo concebir la falta de consciencia que flota, la ciega búsqueda de una mentirosa adulación importada de uno mismo, esas ansias de respuestas y aprobación externa, ese insostenible circo en el que se pone la realización personal en manos de los compañeros de consumismo.

Se consume todo, y rápido. La Tierra se ha convertido en un enorme pecho del cual la humanidad succiona ansiosa, al por mayor y sin grandes selecciones.
La misma gente que elige con superficial interés los alimentos que consume es la que atiborra de productos manufacturados ese mismo cuerpo que tanto protegen.
Sin miramientos se compra todo, rápido, ya, se quiere todo, más grande, más efectivo, más productividad, eficiencia, cantidad, ya ya ya...

Y para escapar de una rutina que supuestamente uno ha elegido (en la escuela no se enseña más que perseguir ese Dr o Ing o Lic que abrirá puertas de una vida segura y traerá felicidad enlatada), la gente se refugia en "espontáneas" salidas de más consumismo para "pasarla bien": se sale, se toman pastillas, se bebe alcohol, se "baila", idiotizados, en trance, en una gran vidriera en la que todos están expuestos como la más vulgar mercancía.
Y compran y se venden las etiquetas que representan.

Se consume cine basura, pseudoarte, música de ensamblaje, libros vacíos y revistas sin otro contenido más que la exhibición de cuerpos clonados y predecibles rubias afirmando virtudes a su devoto público que prefiere focalizar su atención en vidas ajenas en vez de hacerse cargo de sus propias realidades.

Hasta la gente es deshechable. Nadie se molesta en llegar a conocer a una persona, sólo se hace un cálculo a la velocidad de la luz sobre el grado de cordura, nivel socio económico, salud mental y belleza física de la otra parte. Se evalúa la etiqueta del otro y se pone en la balanza con la propia, para ver la conveniencia de la transacción emocional.

Me pregunto si la gente VE cuando mira.

Me pregunto si podré lograr un equilibrio en esta maldita modernidad o si terminaré en el medio del campo sin electricidad ni teléfono, con dos trenzas, sin depilarme y plantando lechugas orgánicas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez vi pintada sobre el puente de Cordoba y Juan B Justo una pregunta que responde a todas las tuyas con las que cerrás tu post.

"vos... queres tener razon o ser feliz?"

triste, pero cierto.
me cabe lo que escribis y como lo haces ;)

Alejandro dijo...

llegué aquí gracias a uno de mis libros favoritos y descubrí que no todo está perdido. Hice click en El hombre mediocre y entonces llegué a tu blog,

saludos!